Un ex presidiario australiano retornó a la prisión donde había cumplido su condena y compró su antigua celda.
Sentenciado por robos y estafas, Graeme Alford pasó varios años en la Prisión Pentridge, en Melbourne, Australia.
Allí prometió que nunca más volvería a beber (una de las causas por las que terminó incurriendo en diversos delitos financieros), cumplió su condena, se recuperó y volvió a integrarse a la sociedad como orador motivacional.
Antes del cierre de la prisión, en 1997, se la consideraba como una de las más peligrosas de Australia. Allí convivían los criminales y asesinos más notorios del país.
Al enterarse que el edificio sería vendido, Alford no tuvo mejor idea que acercarse y realizar una oferta por su celda. Y la consiguió.
Si bien no tiene intenciones de vivir en la cárcel, explicó que se siente contento por ser el nuevo dueño de la pequeña habitación que lo acobijó durante años.
"Creo que no existe nadie que haya comprado nuevamente su celda", declaró el nuevo propietario.
Lo extraño del caso es que el resto del edificio será transformado en una bodega de vinos exclusivos.
"Parece una ironía pero lo cierto es que desde que salí de prisión yo no bebo. Se trata puramente de una inversión", explicó Alford.
sábado, 3 de noviembre de 2007
Se encariño con la celda
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