miércoles, 14 de noviembre de 2007

Codiciosa y Golosa

Sentada en una silla y comiendo pizza ante un cajero automático. Así pasó la noche del sábado una mujer de 50 años, en Un banco Español, a quien, debido a una avería, la máquina le tragó la tarjeta y no le abonó los 600 euros solicitados.

Más de doce horas pasó Carolina Huerga apostada a la entrada del banco esperando a que llegase el servicio de mantenimiento o el director de la entidad bancaria. No estuvo sola. La acompañó su hijo y, en intervalos de tiempo, su sobrina, una amiga de ésta, agentes de la Policía Local y efectivos del Cuerpo Nacional de Policía.




«Llamé tres veces al servicio de atención al cliente y me dijeron que darían orden para arreglarlo, pero que podían tardar horas o incluso días», apunta la afectada, que decidió «no moverme de allí hasta que me solucionasen algo; no estaba dispuesta a que el cajero volviese a funcionar espontáneamente y alguien se quedase con mi dinero». Así, el espacio público de una oficina bancaria de la calle Brasil, en La Calzada, se convirtió en una improvisada estancia en la que pernoctar.

«Los dueños de un bar nos dejaron un par de sillas y mi hijo fue a por más ropa de abrigo», relata. Como el hambre apretaba, decidieron pedir una pizza. Pero no a domicilio, si no a cajero. La estupefacción del repartidor fue casi la misma que la sorpresa de los viandantes al contemplar de madrugada a una señora y un joven que habían hecho del banco su salón particular.

«La Policía estuvo en contacto permanente con nosotros y cada poco se interesaban por el problema; tanto, que llegaron a llamar al director de la sucursal a casa», explica la mujer.

A las ocho de la mañana, llegó el titular de la oficina bancaria. Después de revisar el cajero, «comprobó que la tarjeta había quedado dentro porque la estaba obstruyendo una fotografía de carné que alguien había introducido en la ranura», añade. Finalmente, la mujer pudo extraer los 600 euros deseados. Ahora, estudia emprender medidas legales.

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