Un obelisco es una columna de piedra de cuatro caras que se van estrechando hasta terminar en una punta piramidal. El más antiguo ronda los cuatro mil años de antigüedad, y el más reciente tiene unos dos mil.
Los antiguos egipcios labraban obeliscos a partir de un único bloque de piedra —por lo general de granito rojo— y luego los colocaban frente a tumbas y templos. Algunos son enormes. El más alto todavía en pie se alza 32 metros [105 pies] sobre una plaza romana y pesa 455 toneladas. La mayoría están decorados con jeroglíficos.
En Egipto se les llama “tejen”, que significa protección o defensa, por lo que se ha especulado su relación con Ra, el dios del Sol. Los soberanos egipcios los erigían, o bien para agradecer a este dios la protección y las victorias que les daba, o bien para hacerle alguna petición.
La forma de los obeliscos —inspirada, según se cree, en las pirámides— representa los rayos de luz solar que bajan a calentar e iluminar la Tierra. Los obeliscos también se utilizaban para dar gloria a los faraones.
La palabra obeslisco es de origen griego, obelisco, y hace referencia a los palos de hierro utilizados para asar carne.
Actualmente la ciudad de Roma, Italia, es la que tiene mayor número de obeslicos en el mundo: ocho de origen egipcio y cinco esculpidos durante el esplendor del imperio Romano.
miércoles, 19 de marzo de 2008
El origen de los obeliscos
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