Nujood Ali, una niña yemení de 8 años, ha revolucionado a la conservadora sociedad de su país al huir de casa y solicitar el divorcio de su marido, 22 años mayor que ella, pues fue obligada por su padre casarse.
La pequeña se fugó de la casa de su esposo tras dos meses de abusos sexuales y físicos, y se refugió en un tribunal de Saná, la capital de Yemen. La valiente Nujood no sólo pidió al juez el divorcio, sino que también denunció a su padre por forzarla a contraer matrimonio, según revela el diario «Yemen Times». Su historia conmovió al juez, que ordenó que ambos hombres fueran detenidos, aunque el padre ha sido liberado posteriormente por problemas de salud.
Sin embargo, ninguno de los dos había cometido delito alguno. La ley yemení no contempla una edad mínima para contraer matrimonio. De hecho, más de la mitad de las yemeníes se casan antes de alcanzar la mayoría de edad, muchas de ellas antes incluso de cumplir los 10 años, según un informe elaborado por el Centro de Estudios de la Mujer y el Desarrollo, afiliado a la Universidad de Saná. Entre los varones, la tendencia sólo afecta al 6,7 por ciento de la población.
Nujood Ali tiene una sonrisa pícara y la mirada firme. De negro de pies a cabeza, viste una versión diminuta de la túnica que llevan la mayoría de las yemeníes, velo incluido. La publicidad que se le ha dado a su caso ha llegado incluso al Parlamento. El Comité Nacional de Mujeres, un órgano oficial del Gobierno de Yemen, solicitó recientemente una enmienda de la ley que regula el matrimonio para establecer en los 18 años la edad mínima para casarse. El Comité de Jurisprudencia yemení rechazó la enmienda al no encontrar bases legales en la sharia o ley islámica, por la que se regula el país, para aceptar una edad mínima legal para el matrimonio.
El problema yace en la inexistencia de una ley «que castigue al padre que obliga a la niña a casarse, al jeque que oficia el matrimonio o al marido que se lleva a la niña a casa para que haga de esposa», explicó.
El marido de Nujood no ha aceptado el divorcio. Ante el juez, sus palabras pesaron como una losa para otras miles de niñas que correrán el mismo destino que Nujood: «No me divorciaré. Tengo derecho a quedármela. Ningún poder podrá pararme»
La pequeña se fugó de la casa de su esposo tras dos meses de abusos sexuales y físicos, y se refugió en un tribunal de Saná, la capital de Yemen. La valiente Nujood no sólo pidió al juez el divorcio, sino que también denunció a su padre por forzarla a contraer matrimonio, según revela el diario «Yemen Times». Su historia conmovió al juez, que ordenó que ambos hombres fueran detenidos, aunque el padre ha sido liberado posteriormente por problemas de salud.
Sin embargo, ninguno de los dos había cometido delito alguno. La ley yemení no contempla una edad mínima para contraer matrimonio. De hecho, más de la mitad de las yemeníes se casan antes de alcanzar la mayoría de edad, muchas de ellas antes incluso de cumplir los 10 años, según un informe elaborado por el Centro de Estudios de la Mujer y el Desarrollo, afiliado a la Universidad de Saná. Entre los varones, la tendencia sólo afecta al 6,7 por ciento de la población.
Nujood Ali tiene una sonrisa pícara y la mirada firme. De negro de pies a cabeza, viste una versión diminuta de la túnica que llevan la mayoría de las yemeníes, velo incluido. La publicidad que se le ha dado a su caso ha llegado incluso al Parlamento. El Comité Nacional de Mujeres, un órgano oficial del Gobierno de Yemen, solicitó recientemente una enmienda de la ley que regula el matrimonio para establecer en los 18 años la edad mínima para casarse. El Comité de Jurisprudencia yemení rechazó la enmienda al no encontrar bases legales en la sharia o ley islámica, por la que se regula el país, para aceptar una edad mínima legal para el matrimonio.
El problema yace en la inexistencia de una ley «que castigue al padre que obliga a la niña a casarse, al jeque que oficia el matrimonio o al marido que se lleva a la niña a casa para que haga de esposa», explicó.
El marido de Nujood no ha aceptado el divorcio. Ante el juez, sus palabras pesaron como una losa para otras miles de niñas que correrán el mismo destino que Nujood: «No me divorciaré. Tengo derecho a quedármela. Ningún poder podrá pararme»
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